MOVER ESPIRITUAL MISIONERO

Un paso al éxito!

SANIDAD EN EL CUERPO Y EL CORAZON

La Palabra nos asegura que fuimos sanados por la herida de Jesús, quien además, nos da ejemplo de bendición al prójimo, incluso a quienes nos maldicen y hacen sufrir (1 Pedro 2:20-24). En la Palabra también leemos que el Padre ungió a Jesús con el Espíritu Santo y le dio poder para sanar a los oprimidos por el diablo (Hechos 10:38). Estas dos escrituras son importantes para comprender y recibir sanidad. Primero porque no podemos esperar que Jesús, con la unción del Espíritu Santo, sane tu cuerpo si maldecimos a los demás. Definitivamente no se puede mezclar el bien con la maldición. Cargamos enfermedades por nuestra condición interna y porque nuestro corazón también está enfermo de egoísmo o revancha. Así que para ser sano, debes cambiar tu corazón y bendecir, de la misma forma que recibes bendición. Para recibir sanidad, también es necesario comprender que Dios NO envía la enfermedad. Él puede aprovecharse de ese padecimiento para que aprendas algo, pero no lo envía para darte una lección. Nadie le pondría un tumor o cáncer a su hijo para que se corrija. Mucho menos Dios y pensarlo es una blasfemia que impide recibir el milagro que esperamos. Dios es rey, sólo se mueve donde hay honor y se aleja si le atribuimos el mal. Cuestionarse y preguntar: “¿Porqué me sucede esto a mi?”, muchas veces es una blasfemia. Tengamos cuidado de no pecar contra el Padre quien no te ha enviado dolor. Debes pelear contra el diablo, contra el mal y el pecado para poder recibir sanidad. Debes ser libre en tu corazón y mente para recibir la bondad de Dios en una sanidad. ¡Antes que te enfermaras, ya te había sanado porque por Su herida fuimos curados. Antes que la enfermedad llegara ya el Señor había pagado tu sanidad! A veces se acercan personas desanimadas porque han pecado, diciendo que dejarán el ministerio y ya no serán líderes de grupo. Entonces, les digo: “Tranquilo, no creas que te escaparás tan fácilmente del Señor, le costaste tan caro que a como dé lugar, estarás de rodillas delante de Él, no pienses que te abandona por un pecado”. Jesús ya derramó Su sangre por ti, así que definitivamente tiene ganas de sanarte. La unción es para hacer bien. Si quieres recibirla y que el Señor sane tu cuerpo, deja de maldecir y amenazar, prométele un nuevo corazón para que te de un nuevo cuerpo. Sólo dejando de maldecir serás libre de maldición. A Jesús se le acercaba la multitud porque deseaban recibir un bien (Lucas 6:17-19). No te sientas mal de acudir a Él porque estás enfermo. Por supuesto que debes darle honra al Señor en las buenas y en las malas, así como Él está contigo siempre. Pero no hay duda que somos interesados, aunque nuestros intereses deben ser nobles. Esa es la diferencia entre alguien mezquino y alguien que busca un bien para su vida. Así que cualquiera puede decir que somos “interesados y materialistas” al buscar al Señor porque queremos ir al cielo donde nos espera una morada celestial. El mismo Jesús dijo que no venía por los sanos o por los justos, sino por los enfermos y los pecadores. ¡Él viene por ti! Jesús tenía poder, pero salía cuando alguien con fe se le acercaba y lo tocaba(Lucas 8:46). Serás sanado por Su poder si lo tocas y para tocarle, debes acercarte a Él con fe y un corazón dispuesto a recibir y hacer el bien. Cierra tus ojos y siente cómo el Señor te envuelve con Su poder electrizante que entra en ti. Satanás le tiene miedo y todo espíritu inmundo de enfermedad abandona tu cuerpo. Cree, nada es difícil para Dios que desea sanarte. Su presencia ahuyenta el padecimiento y el pecado. Dale gracias porque vino a la tierra, murió y resucitó por ti. Dile: “Eres Señor de señores, Rey de reyes, te doy honra y gloria porque llenas mi cuerpo de salud y amor”.

DIOS DE PROEZAS

Cuando nos preparamos para hacer proezas en el Señor, debemos comprender que no será fácil, al contrario, encontraremos dificultades, por lo que es necesario tomar valor. Siempre se levantarán enemigos, pero la Palabra dice que Él los derribará. Es decir que al luchar por cumplir los propósitos de Dios, Sus ángeles están a nuestro servicio. Así que no tengas miedo y decídete a lograr proezas porque Él promete derrotar a tus enemigos (Salmo 60:12). Tenemos dos formas de ver al Señor a nuestro lado. Cuando nos acompaña a lograr nuestros objetivos y cuando nosotros trabajamos por lograr Sus planes. En ambas situaciones nos apoya, pero lo mejor es pelear Sus batallas, esforzarnos por alcanzar lo que Él nos pide. De esa forma seremos como los héroes de la fe que nos presenta la Biblia en el libro de Hechos. Fue designio de Dios levantar a Abraham como padre de una gran nación y hacer de Jacob el padre de doce patriarcas. Dios hizo que Josué y Caleb se esforzaran y conquistaran la Tierra Prometida. En Dios haremos proezas, seremos héroes de la fe. Es fácil admirarse por lo que éstos hombres lograron, la dificultad está en aceptar que hoy a nosotros nos corresponde hacer proezas. Elías logró derrotar a muchos falsos profetas, Daniel salió ileso del foso de los leones, el anciano Moisés guió durante 40 años al pueblo por el desierto y nosotros también haremos grandes hazañas con el Señor. Dios nos presenta desafíos que a veces parecen locuras pero pueden lograrse con fe. Lo primero que debemos hacer para lograr proezas es creerle al Señor. Lo segundo es hacer a un lado las excusas porque nada ni nadie debe alejarnos de nuestro deseo de agradar a Dios. Los héroes de la fe, no pusieron excusas infundadas, de hecho, cada uno realmente tenía razones para dudar, sin embargo, superaron sus limitaciones y lograron lo que el Señor les pedía. Gedeón se preguntaba cómo salvaría al pueblo si era pobre y el más pequeño de su familia, David no era considerado digno por los suyos, ¡su padre incluso lo olvidó cuando el profeta Samuel le pidió que reuniera a sus hijos! Esas no eran excusas, eran enormes verdades que Dios hizo a un lado porque para Él, no hay nada imposible. Utilizas las peores verdades de tu vida para no salir adelante cuando Dios te ha ordenado algo y no debe ser así. Las peores verdades de nuestra vida no deben vencernos para evitar que hagamos lo mejor. Ante una orden de Dios, no hay verdad que justifique nuestra desobediencia. Todos tenemos limitaciones, sin embargo, la verdad superior es que Dios te dice que puedes hacerlo, así que tus verdades ya no importan. Su verdad es más poderosa que la nuestra. Cuando Dios me dijo que apacentara Sus ovejas, no pude negarme a pesar de mis limitaciones. Le dije: “Si Tú dices que se puede, así será”. Es una bendición servir a Dios y hacer a un lado las excusas. El tercer elemento para lograr proezas es esforzarse. Los hombre que la Biblia nos presenta trabajaron hasta el cansancio, de día y de noche. Se esforzaron para lograr lo que Dios les había ordenado. Además, se dejaron transformar. Nuestro Señor Jesucristo fue el instrumento de Dios para lograr la mayor proeza y darnos la salvación. En la Palabra vemos que Él siempre llamó a hombres de fe para manifestar Su voluntad y para salvarnos escogió a Su Hijo quien es igual a Él, pero se hizo hombre para poder derramar Su sangre. De esta forma nos demostró que es posible hacer proezas haciéndose menor que otros. Algunos piensan que para hacer algo importante deben ser jefes y ocupar puestos importantes, pero no es así. Todos podemos hacer maravillas sin importar nuestra posición, ya que Jesús nos demostró que la mayor proeza no la hizo el Padre sino el Hijo. Debemos tener el mismo espíritu de Cristo Jesús, quien en vez de subir, bajó de nivel, porque siendo Dios, se hizo hombre para cumplir Su proeza de salvarnos (Filipenses 2:5-10). Puedes hacer la diferencia en tu grupo y con tu familia. Donde Dios te ha puesto puedes servir y trabajar para Él. Jesús era como el Padre, pero no se negó, fue obediente y se sacrificó. Fuiste creado para hacer proezas, así que debes dejarte transformar, tomar la forma que Jesús quiere, tal como Él tomó la forma humana y murió por nosotros. Él se humilló para ser exaltado por el Padre. Deja que Dios te exalte, deja las excusas a un lado y muévete para lograr proezas. Si te humillas, terminarás siendo exaltado, si te exaltas terminarás humillado. Pídele perdón si peleas cuando eres humillado y prométele que le obedecerás con paciencia porque sólo Él sabe el momento correcto para exaltarte. Dile que te entregarás sin reservas en el nivel donde te encuentres y le imitarás siendo humilde porque es un honor recibir y aceptar Su invitación para hacer proezas.

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